
¿Qué estoy haciendo,
sometido a la tortura de la respuesta,
sabiendo que los interrogantes
no se aplacan con el asentimiento?
¿Necesito, tal vez, un cuervo atroz
que musite “nunca más”?
¿Es mi final canto de cisne,
agua bendita sobre un futuro incierto,
o acaso un evangelio
sin crucifixión ni gloria?
El mar sigue ritmando
su canto de eones.
Allí nomás, al alcance de mi mano,
está la musa inspiradora
de los himnos del Hombre,
aquelarre divino
con todas las voces
que hoy cantan a la permanencia,
a la ancestral copla que conjuga
sus estrofas con los sueños.

**poema inédito aún en vías de publicación.