No importa cómo llegamos hasta aquí, si fue puro azar o porque no quisimos darnos la espalda. Es lo mismo si dejamos que nos ganase la esperanza o sólo pretendimos huir de la apatía. La verdad es que da igual el camino recorrido, el caso es que no se puede mirar atrás, desandar lo ya andado; no hay camino de vuelta, nadie que te absuelva por lo que no hiciste, por los besos que no diste, los cabellos que nunca has revuelto y las camas que no deshiciste.
No importa que hayas abierto los ojos y de repente te encuentres en esta estación manida de tantas veces transitada o que por el contrario sea completamente nueva, con esa sensación de estar al borde del abismo frente a lo desconocido. Da igual porque de nuevo tendrás que andar el camino, elegir en la siguiente bifurcación, volver a decidir qué es lo mejor y acertar o equivocarte de nuevo, una y otra vez. Y como siempre, como ha ocurrido desde tiempos inmemoriales tu única compañera será tu soledad. A pesar de las voces que te rodean, de las caras amigas, de ésos que te cogen de la mano y parecen guiarte, sólo tú tomarás la decisión y elegirás la senda a seguir, hacia dónde caminar.
No importa si yerras, si el calor del hogar es sólo un recuerdo y lo que ahora encuentras es sólo la lluvia resbalando por tu cara, los cuerpos de paso, las charlas para matar el tiempo demasiado largo. Lo esencial es seguir caminando, porque a veces la luna nos sonríe desde el cielo y en algún lugar de ese largo deambular encuentras un refugio, y un ser tan vagabundo como tú con el que compartir algún brebaje mágico que te hace adormecer los sentidos, y quien sabe, si tienes suerte incluso volver a soñar.
No importa, nada importa.
No importa que hayas abierto los ojos y de repente te encuentres en esta estación manida de tantas veces transitada o que por el contrario sea completamente nueva, con esa sensación de estar al borde del abismo frente a lo desconocido. Da igual porque de nuevo tendrás que andar el camino, elegir en la siguiente bifurcación, volver a decidir qué es lo mejor y acertar o equivocarte de nuevo, una y otra vez. Y como siempre, como ha ocurrido desde tiempos inmemoriales tu única compañera será tu soledad. A pesar de las voces que te rodean, de las caras amigas, de ésos que te cogen de la mano y parecen guiarte, sólo tú tomarás la decisión y elegirás la senda a seguir, hacia dónde caminar.
No importa si yerras, si el calor del hogar es sólo un recuerdo y lo que ahora encuentras es sólo la lluvia resbalando por tu cara, los cuerpos de paso, las charlas para matar el tiempo demasiado largo. Lo esencial es seguir caminando, porque a veces la luna nos sonríe desde el cielo y en algún lugar de ese largo deambular encuentras un refugio, y un ser tan vagabundo como tú con el que compartir algún brebaje mágico que te hace adormecer los sentidos, y quien sabe, si tienes suerte incluso volver a soñar.
No importa, nada importa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario