Hace una larga oscuridad que tengo frío. Apelo desesperadamente al tacto porque mi máscara no tiene ojos. Roba los míos, pero también los pierde.
Ahora, mientras en algún lugar del mundo la espuma del mar balancea naves antiguas, aquí, yo, en este desierto que me transforma en extranjera, a través de estos oídos de hierro, escucho quebrarse un tallo de magnolia.
Tanto he mirado el cielo en una época blanca en que cruzaba puentes hacia la felicidad. En la que el sol me raptaba hacia dulces prisiones donde crecían árboles de miel. Tanto...
Yo, durante siglos enarbolando tardes verdes, desplegando mundos fuera de relojes, hoy, sumida en una hora interminable, detrás de este velo que cubre todo lo que pertenece a mis sueños, espío. Sin ver, espío detrás de lo que aún queda: mi máscara de hielo, herrumbre, soledad. Espío entre ritos salvajes la celebración definitiva de mi ser a la intemperie.
Ahora, mientras en algún lugar del mundo la espuma del mar balancea naves antiguas, aquí, yo, en este desierto que me transforma en extranjera, a través de estos oídos de hierro, escucho quebrarse un tallo de magnolia.
Tanto he mirado el cielo en una época blanca en que cruzaba puentes hacia la felicidad. En la que el sol me raptaba hacia dulces prisiones donde crecían árboles de miel. Tanto...
Yo, durante siglos enarbolando tardes verdes, desplegando mundos fuera de relojes, hoy, sumida en una hora interminable, detrás de este velo que cubre todo lo que pertenece a mis sueños, espío. Sin ver, espío detrás de lo que aún queda: mi máscara de hielo, herrumbre, soledad. Espío entre ritos salvajes la celebración definitiva de mi ser a la intemperie.
*De "Palomas de la Soledad"
2 comentarios:
Excelente prosa, el último parráfo memorable.
Eisabet
Hermosísima tu prosa poética, Susana. Es un placerte encontrarte en estas páginas y leerte.
Un beso grande
María Rosa León
Publicar un comentario