Me llegan, en ocasiones, estas olas de fastidio.
Recorro con la vista mirando alrededor y nada es importante.
Me acomodo a la sombra de un árbol solitario
huyendo del calor de un mediodía
Aunque, en verdad, sombra o calor, no me preocupan.
Es todo igual:
La luz solar y la mancha gris que el árbol arroja a un suelo seco
Un cielo, abandonado por las nubes,
se ve invadido por una raya blanca que un avión le deja.
Miro a las personas que se dirigen a un lugar que no me importa.
Y llega al fin la tarde opaca.
Me levanto y camino lentamente hasta la casa
a encontrar la muerte nocturna que me espera.
Recorro con la vista mirando alrededor y nada es importante.
Me acomodo a la sombra de un árbol solitario
huyendo del calor de un mediodía
Aunque, en verdad, sombra o calor, no me preocupan.
Es todo igual:
La luz solar y la mancha gris que el árbol arroja a un suelo seco
Un cielo, abandonado por las nubes,
se ve invadido por una raya blanca que un avión le deja.
Miro a las personas que se dirigen a un lugar que no me importa.
Y llega al fin la tarde opaca.
Me levanto y camino lentamente hasta la casa
a encontrar la muerte nocturna que me espera.
2 comentarios:
Leerte Alberto, siempre es un placer.
La última estrofa se instala fuerte en uno.
besos
Elisabet
Este poema poblado de imágenes da rienda suelta a la imaginación! Muy bueno!
Patricia
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