En Cualquier hora-Fernando Luis Pérez Poza









He aquí dos miradas. Dos miradas que pudieron ser una. He aquí el ojo de un hombre que sólo ve distancia. El retrato de un muerto. La efigie de una momia. El sentimiento ambiguo de un vidrio protector separando el cielo.
Ninguna de mis células se atribuye el porvenir. Esto es lo que afirma el fondo plano, inmutable, de la máscara por cuyos agujeros nos contempla el infinito. La simetría exacta de la silueta y su sombra realzadas con pedrería blanca y negra de tapiz o lienzo de mortaja.


La desnudez lunar del enigma.
En la cúspide del triángulo la gravedad taladra el abismo. Es la mirada de un yo que enuncia la trascendencia, venida desde más allá del sufrimiento, la pupila que regresa del vacío repleta de luz gris.

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